Recientemente se presentó el Primer Estudio Nacional de Polarizaciones, elaborado por Criteria y 3xi, una iniciativa fundada por cinco organizaciones reunidas con el anhelo de promover, diseñar y realizar encuentros entre personas con distintos orígenes, sensibilidades y ámbitos de acción. Juntas se reúnen en torno al compromiso de mejorar la base de confianza mutua en la sociedad.

Quienes hemos tenido la oportunidad de participar en estas instancias sin duda superamos las expectativas iniciales respecto al espacio que significa para el diálogo en torno a temáticas de interés de nuestro país. Encuentros improbables que derriban prejuicios y nos permiten darnos cuenta que es posible compartir un diagnóstico y consensuar acciones necesarias para liderar un cambio positivo en nuestra sociedad.

El estudio presentado en la sede del ex Congreso convoca a líderes sociales a derribar muros y construir puentes entendiendo que es posible buscar consensos y compartir una agenda necesaria que sólo se materializará si es transversalmente compartida. Y que por estos tiempos es tan necesaria. Asimismo, aporta una métrica capaz de identificar no sólo las distancias, sino fundamentalmente las cercanías reales, muchas veces ensombrecida por percepciones fundadas en creencias erróneas.

La construcción de los índices que el estudio propone ayuda a entender la disposición social y política a dialogar y desde las brechas que surgen es posible reducir las subjetividades que aportan distancias. Subestimar o sobrestimar en base a creencias erróneas respecto a lo que el otro piensa erosiona la empatía, fundamento para la cohesión social, necesaria para enfrentar grandes y urgentes desafíos, como la calidad de la educación, la vulnerabilidad de la niñez, la lucha contra el narcotráfico, la delincuencia y otras amenazas a la convivencia y respeto a la democracia.

Las legítimas diferencias no impiden la construcción de un futuro común, pero es necesario avanzar en generar confianzas mutuas con honestidad y para ello es fundamental encontrarse, respetando los matices que evitan aferrarse a un polo u otro. La sociedad civil puede ser un actor clave para hacer posible este desafío, desde su diversidad y cercanía con la ciudadanía, y su capacidad de dialogar con el Estado, el mundo empresarial y el político. A nivel local, modelos como 'Comunidades que se Cuidan' nos han permitido dialogar con líderes locales para impulsar la prevención social y el desarrollo de la niñez con sus diferencias, pero con un diagnóstico compartido. Los debates son complejos y requieren miradas distintas, precisan de evidencia y de experiencia, colaboración y trabajo arduo. No hay atajos ni balas de plata.