Virginia Bullaude, su marido Roberto y sus hijos Valentina, de 12 años, y Julián, de 7, solían pasar sus vacaciones en Viña del Mar. Como muchas familias de Mendoza de clase media, aprovechaban la cercanía del Pacífico para viajar a Chile y disfrutar de una cultura y gastronomía distintas a la argentina.
La menor distancia en comparación con la costa del Atlántico e, incluso, la posibilidad de ahorrar comprando artículos electrónicos, neumáticos o ropa a precios muy competitivos, eran estímulos adicionales. Hace apenas seis años, en 2017, la fiebre de compras en el territorio nacional llevó a más de un millón de trasandinos a cruzar el paso Los Libertadores.
Pero la situación hoy es diametralmente opuesta. Virginia y Roberto tienen la experiencia del verano anterior para descartar de plano a Chile como su destino vacacional. 'Cuando salís a pasear, a los chicos se les antoja comprarse algo. Estás en la playa y querés tomar un desayuno o comer pizza. Pero todo nos costaba una fortuna', se queja Virginia.
Chile atravesó el estallido, luego la pandemia redujo a cero el intercambio fronterizo y cuando se confiaba en sostener una recuperación migratoria, Argentina acentuó su crisis, que se refleja en la inflación: llegó al 95% en 2022 y a 161% en noviembre pasado.
En 2023, 402 mil argentinos ingresaron a Chile por Los Libertadores, un 133% más que el exiguo año anterior, aún marcado por la pandemia. Pero desde agosto, las cifras acusan un decrecimiento.
Junto con ello, el plan aplicado por el nuevo Presidente Javier Milei, por el momento, está acentuando las desventajas de los argentinos para viajar a Chile, destaca la presidenta de Ente Turismo del gobierno provincial de Mendoza, Gabriela Testa. 'A poco de asumir el gobierno, el valor del dólar oficial se duplicó, aumentando el precio del combustible y, por efecto logístico, de todos los bienes de consumo', dice.
Esto se refleja en que, durante diciembre, alrededor de 38 mil trasandinos llegaron al país por Los Libertadores. Una cifra que está lejos de los 59 mil que lo hicieron el mismo mes de 2022, lo que representa una caída de más del 35%.
Con todo, el presidente de la Cámara Regional de Comercio de Valparaíso, Javier Torrejón, cree que 'los turistas argentinos no dejan de venir por un escenario adverso, sino que gastan menos, privilegiando bienes y servicios menos caros'.
Y si bien a los trasandinos de estratos socioeconómicos más altos aún se les ve en Reñaca y Alto Cochoa, donde suelen tener segundas viviendas, muchos otros se abstienen de viajar ante la incertidumbre económica y política en Argentina. 'Estos factores hicieron que todos mis conocidos renunciaran a viajar a Chile', cuenta Cecilia Mariani, de La Rioja y viuda de chileno.
'Tengo parientes en Chile que nos reciben. Si no, no podría hacerlo. Queremos escapar un tiempo, me temo que la cuestión social va a estar aun peor este 2024 en mi país', añade.
Fin de 'marea roja'
Al contrario de lo que sucede con la llegada de argentinos, la presencia chilena en Mendoza no solo se acercaba a un récord en 2023 en relación con años anteriores, alcanzando 212 mil personas hasta octubre, sino que el gasto per cápita se duplicó: sumaba US$ 100 al día, en promedio.
Aunque es un fenómeno que también se ha visto ralentizado. Era lo que se llamó la 'marea roja': la fiebre de turismo de compras cambió de sentido y mientras los mendocinos veían reducir su poder adquisitivo, los chilenos viajaban —en buses contratados para ese solo efecto— a abastecerse de mercaderías. 'Los chilenos llenaban los carros del supermercado con tarros de café, de a 20 frascos de champú, varios pares de botas. Las cosas que las familias argentinas compramos de a una para hacerlas rendir', dice Bullaude.
Sin embargo, la brecha con los precios en Chile se acortó y eso trajo como consecuencia que el flujo de chilenos a Mendoza se esté reduciendo a la mitad desde mediados de diciembre, lamenta Testa.