Señor Director:
Escribo esta carta ya sentado en el avión a la espera de despegar a Temuco después de una experiencia 'quintomundista' que acabamos de vivir los pasajeros del avión Latam en el bus de la concesionaria que nos trajo desde el terminal hasta el avión.
Con una temperatura exterior de 35 grados, nos subieron a un bus sin aire acondicionado para conducirnos al avión. Estuvimos 10 minutos esperando a pleno sol que se llenara para partir; luego tres minutos parados en la losa, nuevamente a pleno sol, esperando que el chofer conversara con otro funcionario; y finalmente, al menos, cinco minutos más con todas las puertas cerradas, también a pleno sol, hasta que el chofer se dignó abrir solo una de las tres puertas del bus, lo que solo hizo cuando ya los pasajeros comenzaron a gritar y golpear el bus desesperados por el calor y la impotencia, con una temperatura interior que probablemente era cercana a 50 grados.
Afortunadamente no hubo ningún desmayo que lamentar, pero no tengo dudas de que era cosa de uno o dos minutos para que ocurriera.
Como viajero y usuario del aeropuerto, exijo una explicación...
RODRIGO ÁLVAREZ ARAVENA
Abogado
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Aeropuerto y el calor extremo
El Mercurio
Señor Director:
Escribo esta carta ya sentado en el avión a la espera de despegar a Temuco después de una experiencia 'quintomundista' que acabamos de vivir los pasajeros del avión Latam en el bus de la concesionaria que nos trajo desde el terminal hasta el avión.
Con una temperatura exterior de 35 grados, nos subieron a un bus sin aire acondicionado para conducirnos al avión. Estuvimos 10 minutos esperando a pleno sol que se llenara para partir; luego tres minutos parados en la losa, nuevamente a pleno sol, esperando que el chofer conversara con otro funcionario; y finalmente, al menos, cinco minutos más con todas las puertas cerradas, también a pleno sol, hasta que el chofer se dignó abrir solo una de las tres puertas del bus, lo que solo hizo cuando ya los pasajeros comenzaron a gritar y golpear el bus desesperados por el calor y la impotencia, con una temperatura interior que probablemente era cercana a 50 grados.
Afortunadamente no hubo ningún desmayo que lamentar, pero no tengo dudas de que era cosa de uno o dos minutos para que ocurriera.
Como viajero y usuario del aeropuerto, exijo una explicación...
RODRIGO ÁLVAREZ ARAVENA
Abogado