Hace pocos días se publicó la Encuesta Bicentenario UC del año 2023. Como siempre, trae una buena radiografía de los que pasa en el país con la religión. Los datos no varían mucho respecto del 2022, pero no dejan de sorprender.
Un 45% profesa la religión católica, lo que muestra una baja sostenida desde el año 2006, en que el 70% se identificaba como católico. Un punto de quiebre se produjo en el 2018, año de la 'crisis de los abusos', en que se pasó de 54% a 45% de católicos en 2019. Quienes se declaran de religión evangélica no varían demasiado en el tiempo: 14% en el 2006, 17% ahora en 2023, sin haber superado nunca el 18%.
Donde sí hay una gran variación es en quienes señalan no profesar ninguna religión. Si en el año 2006 solo un 12% se ubicaba en esta categoría, en el 2023 la cifra fue de 33%. Es decir, un tercio de la población se declara sin ninguna religión, cifra que sube en los jóvenes de 18 a 24 años hasta un 44%. Son más los jóvenes sin ninguna religión que la suma de jóvenes católicos (31%) y evangélicos (12%), lo que muestra que gran parte de las nuevas generaciones se han alejado de la religión o nunca estuvieron cerca de ella.
Para muchos estos datos causan desánimo, porque son una constatación de la dificultad que hemos tenido los mayores para transmitir la fe a los más jóvenes. Pero, la verdad, es que nos ponen ante la situación más habitual de la religión, que es el deber y el compromiso de la misión, de anunciar al Señor en medio de una cultura que no lo conoce, o es indiferente a la fe, o se ha alejado de ella. El catolicismo fue sociológicamente mayoritario en otras épocas, pero eso no significa que hayan abundado los buenos creyentes. Quizás estos tiempos dejan más en claro algo esencial de la fe cristiana: que no basta una adhesión superficial a Dios, que se diluye en una cultura en cambio, sino que se requiere una opción personal y permanente, fruto del encuentro con Cristo junto a la comunidad. La tarea de la Iglesia no se juega en la fama o el éxito de masas, siempre ambiguo, sino en formar discípulos convencidos y comunidades vivas, que irradien su fe y sean fermento evangélico en el mundo.
La Encuesta muestra también que la creencia en Dios sigue siendo alta, a pesar de la menor adhesión a las religiones. Un 77% señala que cree en Dios y no tiene dudo de ello, contra solo un 9 % que no cree y un 13% que cree solo a veces. Esto puede ser positivo, porque mostraría que muchos no están cerrados del todo a lo religioso. Pero también puede ser engañoso, porque decir 'creo en Dios' significa a veces muy poca cosa en la vida concreta de quienes lo dicen. La misma encuesta muestra, por ejemplo, que un 70% cree que los animales tienen alma igual que los seres humanos y un 57% cree en el mal del ojo. No basta decir 'creo en Dios', hay que hacer vida la fe, pues 'hasta los demonios creen y tiemblan de miedo'. (Santiago 2, 19).

Sergio Pérez de Arce A, obispo de Chillán